Hay cosas que nadie te dice antes de convertirte en directivo.
Hoy quiero proponer una reflexión sobre un tema del que pocos hablan en el mundo empresarial, la soledad que acompaña a los cargos directivos. No me refiero a la falta de interacción social o al número de reuniones en la agenda, sino a esa sensación profunda de estar solo en la toma de decisiones, en la carga de responsabilidad y en el camino de liderazgo. Es algo real, silencioso, ya menudo, ignorado incluso por quienes la padecen.
La zona invisible del Liderazgo
Ser directivo implica tomar decisiones que impactan en la vida de muchas personas: empleados, clientes, proveedores, inversores. Es un privilegio y, a veces, también una carga. Un punto de inflexión entre lo que se espera y tus propias expectativas. Y un día, sin darte cuenta, el café de la oficina sabrá diferente porque ya no hay formas parte de las mismas conversaciones. La agenda se llenará de reuniones en las que todo el mundo espera respuestas de ti, pero en las que pocos preguntarán cómo estás. Tomarás decisiones que, aunque sean las correctas, no siempre serán bien recibidas.
Desde fuera, la posición parece un lugar de influencia, poder y reconocimiento. Pero desde dentro, la realidad se dibuja con otros matices: decisiones difíciles, responsabilidad intransferible y una distancia que, a pesar de estar rodeado de otras personas, con el tiempo, se convierte en un rasgo, muchas veces, inherente del rol.
Ha pasado más de una década desde la primera vez que asumió una posición de responsabilidad. Recuerdo el momento en que me encontré por primera vez y, desde luego, no la última, con esa especie de soledad. Fue un día cualquiera, en medio de una decisión complicada, cuando me di cuenta de que, debido a mi inexperiencia, no sentí que pudiera compartir mis dudas con nadie en la organización. No porque no confiara en mi equipo o en mis superiores, sino porque había llegado a ese punto en el que los directivos ya no podemos preguntar sin que esa pregunta pueda ser interpretada como una señal de debilidad o inseguridad. Los grandes líderes han hablado de ello, aunque rara vez con palabras directas.
Steve Jobs lo dijo de forma contundente: «Tu trabajo no es agradar a la gente, sino hacerles mejores.», o Peter Drucker , pensador, consultor y profesor austríaco-estadounidense, considerado el padre de la gestión moderna, lo enmarcó en una frase demoledora: «La mayor parte de lo que llamamos gestión consiste en dificultar que la gente haga su trabajo».
Liderar implica avanzar por un camino en el que no siempre hay compañía. No porque el liderazgo deba ser un obstáculo, sino porque a veces es necesario desafiar a las personas para que crezcan. Pero aquí está el giro y lo que realmente quiero traeros hoy a la mesa: esa aparente distancia no tiene por qué ser un problema. Bien gestionada, puede ser una ventaja estratégica. La diferencia entre quienes se sienten solos en su posición y quienes la aprovechan para liderar con claridad no es el contexto, sino la manera en que entienden y gestionan esa distancia. Este artículo no es un lamento ni una oda a la dureza del mando. Es una invitación a cambiar la perspectiva. Porque si el liderazgo fuera un camino concurrido, todos lo recorrerían.
Un Camino Sin Mapas, Pero No Sin Guía
Liderar no es solo tomar decisiones; es aceptar que, muchas veces, lo harás sin garantías absolutas ya veces, te equivocarás. Esto me hace pensar en algo que siempre me decía mi entrenador de pádel, cada vez que llegaba frustrada al entrenamiento porque había perdido el torneo del fin de semana: «Incluso los grandes deportistas, pierden más partidos de los que ganan». Eso cambió mi perspectiva hacia lo que yo que yo consideraba una “victoria”, me quedaba en que había perdido y no miraba hacia todo lo que aprendía con cada derrota, con cada partido y con cada entrenamiento, y si, a veces también se gana. A lo largo de mi carrera, he tomado decisiones que han transformado equipos, áreas y organizaciones. Algunas fueron aplaudidas, otras cuestionadas, y muchas me dejaron despierta más de una noche, preguntándome si realmente había tomado el mejor camino.
Si has ocupado un cargo directivo, sabes de qué hablo. Sabes lo que es tomar una decisión que nadie más puede tomar, sintiendo la presión de que todo el peso recae en ti y las consecuencias en todo el equipo, en los objetivos y en la organización. El liderazgo implica sostener conversaciones incómodas, ser el punto de equilibrio entre la dirección de la empresa y los equipos, manejar conflictos donde no hay respuestas perfectas y, en muchos casos, trazar rutas que nadie ha recorrido antes.
Simon Sinek , autor y experto en liderazgo organizacional, conocido por su enfoque en el liderazgo inspirador y la comunicación estratégica lo define bien: «Liderar es aceptar la incertidumbre y, aun así, inspirar confianza».
Y esta es la paradoja: cuanto más alto llegas, más solitario parece el camino. Pero la clave no es ver esto como una condena, sino como una herramienta. Porque si bien el camino no tiene un mapa claro, existen guías, estrategias y herramientas que pueden transformar esa aparente distancia en un recurso para ser mejores profesionales.
¿Dónde se apoyan los líderes?
Según un estudio de Harvard Business Review Analytic Services , el 60% de los ejecutivos afirma que sus procesos de planificación son demasiado manuales y lentos, lo que dificulta la toma de decisiones ágiles. Además, el 50% señala la falta de implicación y propiedad entre las partes interesadas como un obstáculo significativo en la planificación empresarial. La pregunta es: ¿qué hacen aquellos que logran navegar con éxito en este escenario? La respuesta no está en el aislamiento, sino en construir redes inteligentes de apoyo. Algunos lo hacen con mentores; otros, con grupos de reflexión con pares en otros sectores; y otros, a través del acompañamiento estratégico de profesionales especializados en liderazgo y gestión del talento. Y aquí es donde entra en juego el siguiente punto: ¿Cómo convertir esta distancia en un recurso para potenciar tu liderazgo en lugar de un freno para tu crecimiento?
De la Distancia a la Perspectiva: Convertir la Soledad en Ventaja
Uno de los errores más comunes es interpretar la distancia con el equipo o con los pares como una señal de que algo está fallando. Pero en mi opinión, los líderes más efectivos no son los que están en todo momento resolviendo problemas operativos, sino los que han aprendido a mantenerse lo suficientemente apartados como para tomar decisiones informadas sin perder conexión con su equipo y facilitando el desarrollo y crecimiento de los profesionales de los que es responsable.
El ex CEO de Intel, Andy Grove , solía decir: «El trabajo de un líder no es resolver cada problema, sino diseñar el sistema que lo haga por él».
Esto es algo que aprendí en carne propia. Durante los primeros años, intenté estar presente en todo, resolver cada desafío de mi equipo y demostrar que podía contar conmigo para cualquier cosa. Pero con el tiempo, entendí que mi verdadero valor no estaba en apagar todos los incendios, sino para evitar que los incendios quirieran y facilitar todas las herramientas necesarias. Y, por supuesto, apoyarme en otros expertos, otras visiones y ser capaz de desarrollar la habilidad de saber buscar en el lugar adecuado porque, la realidad amigos, es que no puedo, ni deseo, abarcar yo sola todo el conocimiento, pero sí puedo crear una buena red colaborativa que me permita alcanzar todo lo que sea preciso.
Caminar con Claridad, No con Ruido
Para cerrar este capítulo, y lo reflexionado en él, considera que es importante entender que el liderazgo no es una posición, es una forma de estar en el mundo. No se trata de estar rodeado de más personas o de recibir más reconocimiento, sino de entender que la verdadera autoridad no depende del ruido que genera, sino de la claridad con la que tomas decisiones. En estos años, y ahora que ha tenido la oportunidad de “mirar” desde otra posición, ha aprendido que no necesitas que todos te entiendan para ser un buen líder. Lo que requiere es tener la capacidad de ver el tablero completo, tomar decisiones con determinación, saber comunicarlas y rodearte de las personas adecuadas para desafiar tu pensamiento y elevar tu liderazgo y el del equipo. Porque bien gestionado, el liderazgo no es un lugar solitario, sino un espacio de crecimiento paradójicamente compartido.
La verdadera pregunta no es si puedes soportar el peso del liderazgo. La pregunta real es: ¿Estás listo para convertirlo en tu mayor activo?
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💡 Si este artículo ha resonado contigo y estás en esa fase en la que el liderazgo se siente más como una carga que como un activo, conversamos.
Foto: @Khyta
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