He decidido escribir este nuevo capítulo para abordar la importancia de las redes de contacto, y lo que puede suceder cuando partimos de cero en un nuevo entorno, lugar de trabajo o país. Para explicarlo de la mejor manera posible, utilizaré mi propia experiencia, con el fin de poder reflejar desde el sentido más humano, los aprendizajes, desarrollo de competencias, desafíos y oportunidades que se presentan en estas situaciones y por qué es importante cultivar estas redes.

El retorno

Hace seis meses, después de doce años viviendo en el extranjero, con una vida profesional establecida y una red de contactos sólida, regresé a mi país de origen con una mezcla de inevitable de emociones y sentimientos encontrados, que desembocaban en miedo, incertidumbre, anhelo y un toque de adrenalina. En todos esos años, como ya había hecho en la etapa anterior a marcharme, había creado una red de conexiones valiosas en todos los ámbitos de mi vida: laboral, personal e incluso deportivo. Sentía que tenía un lugar en cada uno de esos espacios, que mi voz era escuchada y mi presencia reconocida. Sin embargo, al regresar, me encontré con una realidad que, aunque no era del todo inesperada, pero tampoco había sido pensada en exceso, resultó desalentadora en la práctica: aquí, nadie me conocía.

La Invisibilidad

El primer golpe de esta nueva realidad se dio en el ámbito laboral. A pesar de mis logros y mi experiencia todos estos años, no había rostros familiares a los que pudiera recurrir. Me encontraba en un espacio donde mi nombre no resonaba con ningún eco, donde los contactos y las recomendaciones, tan vitales en cualquier industria, brillaban por su ausencia. La confianza y el reconocimiento construidos a lo largo de años se desvanecieron en un instante, dejándome con una sensación de invisibilidad profesional. No lo recuerdo así la vez anterior, cuando llegué a aquél extraño país que después se convirtió en mi familia.

La sensación de vacío no se limitó al ámbito laboral. En lo personal, aquellos lazos de amistad y apoyo que había forjado durante más de una década, aunque siguen ahí, se sienten ahora distantes. Sé que con el tiempo podré volver a construir relaciones profundas, pero en este momento inicial, me siento como una extraña en mi propia tierra. Las reuniones familiares y las conversaciones con antiguos conocidos tienen un tinte diferente, de quienes no han compartido el viaje de los últimos años conmigo, más allá de las fotos, las llamadas y los mensajes, pero que siguen siendo un gran apoyo.

En el ámbito deportivo, el golpe es igualmente contundente. Acostumbrada a un grupo de entrenamiento con el que compartía no solo ejercicios y competencias, sino también metas y sacrificios, ahora me encuentro sola. Los nuevos rostros en el gimnasio o en la cancha de pádel me miran con curiosidad, pero sin el reconocimiento que brinda el tiempo compartido y las victorias conseguidas juntos. Esto también se recuperará.

Aceptar esta nueva realidad no ha sido fácil. Hay momentos de frustración y desánimo, donde me pregunto si el retorno fue la decisión correcta. Sin embargo, con el paso del tiempo, comienzo a comprender que este proceso de empezar de nuevo, otra vez, con otra edad y otras mochilas, tiene su propio valor y sus propias enseñanzas.

Vuelvo a leer el texto hasta aquí y me doy cuenta de que en las 3 dimensiones de las que hablo, hay una constante, un punto de encuentro común, las personas, esas conexiones con otros, que nos entregan cierta identidad en todos los ámbitos de nuestra vida. Ahora hay tres tareas, recuperar las antiguas conexiones, personales, familiares y profesionales, generar nuevas en el nuevo entorno, y mantener las del antiguo, aunque de forma diferente.

Los Aprendizajes

La primera lección que estoy aprendiendo es la paciencia. Forjar una red de contactos es un proceso lento que requiere tiempo, esfuerzo y, sobre todo, autenticidad. No se trata solo de acumular nombres y números, sino de construir relaciones genuinas basadas en el respeto mutuo y el interés compartido. En mi regreso, me estoy dando cuenta de que cada interacción, por pequeña que sea, tiene el potencial de convertirse en una conexión valiosa.

La segunda lección es la humildad. Regresar al punto de partida me recuerda la importancia de aprender y escuchar. Estar dispuesto a empezar desde abajo, a pedir consejo y a aceptar que no tengo todas las respuestas, es un ejercicio necesario para reconstruir mi red y, en última instancia, mi confianza.

Finalmente, enfatizo una vez más el valor de la resiliencia, la que más me ha acompañado a lo largo de toda mi vida. Las dificultades iniciales no son más que pruebas en el camino hacia la reconstrucción de una vida plena y conectada. A través de los desafíos, estoy descubriendo nuevas oportunidades y personas dispuestas a tender una mano amiga. Cada nueva conexión, cada pequeño avance, se convierten en un motivo de celebración y en un paso más hacia el restablecimiento de mi red de contactos y el equilibrio.

Hoy, aunque todavía estoy en el proceso de reconstrucción, miro hacia adelante con optimismo. La experiencia de empezar de nuevo me está poniendo a prueba y me permite apreciar aún más el valor de las relaciones y las conexiones. Sé que, con el tiempo, volveré a tener una red sólida y enriquecedora, tanto en lo profesional como en lo personal y deportivo, con la certeza de que cada vínculo será nuevamente forjado con esfuerzo, paciencia y auténtico interés.

Como especialista en el mundo y futuro del trabajo y el desarrollo de competencias a lo largo de la vida, mi objetivo al compartir esta experiencia es subrayar la importancia vital de las redes de contactos en nuestro desarrollo personal y profesional. Las conexiones no solo facilitan oportunidades, sino que también proporcionan un soporte emocional y social crucial. En un mundo donde el cambio es la única constante, nuestra capacidad para adaptarnos y prosperar está intrínsecamente ligada a la calidad de nuestras relaciones.

Al contar mi historia, espero inspirar a otros a valorar y cultivar sus propias redes, sabiendo que en cada nuevo comienzo hay una oportunidad para crecer y fortalecerse.

Foto: Mauro Mora @el_mauro_mora